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Según
la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura –
FAO, 6 mil millones de personas en el mundo consumen leche y productos lácteos;
la mayoría de ellas vive en los países en desarrollo.
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Existe
una gran polémica por la práctica comercial de agregar lactosuero a la leche de
vaca, por ir en contra de la normativa y por ofrecer un producto que contiene
menor aporte nutricional.
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En
el artículo 14 del decreto 616 de 2006 del Ministerio de la Protección Social
colombiano, se prohíbe “la adición de
lactosueros a la leche en cualquier parte del proceso productivo”.
· En América Latina y el Caribe, el consumo de leche es de 30 a 150 kilogramos per cápita al año (medio), frente a un consumo elevado (mayor de 150 kilogramos) en Europa y Estados Unidos.
Diversas fuentes revelan que el consumo
de leche animal por parte de los humanos se remonta a miles de años atrás,
incluso cuando no teníamos la capacidad de digerir la lactosa. Cuando somos
bebés, nuestro cuerpo produce una enzima especial llamada lactasa que nos
permite digerir la lactosa en la leche materna. No obstante, después del
destete en la primera infancia, un gran porcentaje de personas pierden esta condición
y como consecuencia, el consumo de leche en adultos puede generar molestias
gastrointestinales como dolor abdominal, diarrea, gases e hinchazón.
Además,
con la
creciente preocupación de los consumidores existe una mayor conciencia sobre
los problemas de seguridad y calidad de la leche y los productos lácteos;
cuando se comercializan crudos, mal procesados o manipulados pueden provocar
enfermedades en los seres humanos. Es por esta razón que en Colombia la
producción de leche está reglamentada y su normativa prohíbe la adición de lactosueros
en cualquier parte del proceso productivo.
Frente
a este debate, Inés Sofía Morales, PHD, nutricionista, investigadora y docente
de la Fundación Universidad San Martín afirma que “en los estudios realizados
sobre el lactosuero, se ha demostrado que contiene elevadas concentraciones de aminoácidos
lo que se asocia a un elevado riesgo cardiovascular. Si bien, los aminoácidos
son esenciales para el metabolismo y se relacionan a una función cerebral
adecuada, el lactosuero es un desecho que se descarta en la preparación del
queso y puede ser usado para la producción de otros alimentos como: alimentos
para bebés, dietéticos, embutidos, panadería y repostería, pero no es
recomendable que se agregue a la leche de vaca, ya que este diluirá su
composición y disminuye el aporte de calcio”.
Enfermedades
que se asocian con el consumo de leche en adultos
Según la FAO, la leche y sus derivados
desempeñan un rol fundamental en la nutrición y desarrollo humano saludable, especialmente
en la infancia. Sin embargo, este aporte nutricional se ha venido cuestionando
cada vez más en recientes estudios e investigaciones. Si bien es un alimento complejo que contiene
numerosos nutrientes, la mayoría de estos no funcionan de forma aislada, sino
que interactúan con otros componentes; “al
estar involucrados en más de un proceso biológico, a veces causan efectos
contradictorios sobre la salud. Por lo tanto, si bien el consumo de leche se
asocia con un menor riesgo de enfermedades como la osteoporosis, el cáncer
colorrectal y la diabetes tipo 2, existe preocupación por la posible asociación
entre un alto consumo de productos lácteos a otras dolencias como las enfermedades
cardiovasculares y el cáncer de próstata”.
La grasa de la leche es un buen ejemplo
de esto; las grasas saturadas elevan los niveles de colesterol y de
lipoproteínas de baja densidad, lo que puede causar enfermedades coronarias. A
raíz de esto, en la actualidad autoridades nacionales e internacionales
recomiendan el consumo de productos lácteos bajos en grasa.
Así mismo, Inés Morales afirma que “como nutricionistas y dietistas debemos
cuestionar el consumo de leche de vaca por parte de las madres de recién
nacidos, considerando la intolerancia a la lactosa de la leche de vaca, por su
componente de azúcar denominado lactosa, que no se digiere en ausencia de la
enzima lactasa”. Para la investigadora, “las recomendaciones sobre el aporte energético y nutricional de consumo
de leche de vaca se realizan de manera individual y acorde a variables, como
edad, estado fisiológico y/o patológico, entre otros”.
Teniendo en cuenta que un gran
porcentaje de la población adulta sufre de algún tipo de malestar al ingerir
leche de vaca entera (no deslactosada), Morales sugiere consultar con un especialista
en nutrición sobre la ingesta de esta, ya que cada organismo tiene capacidades
únicas de asimilar y procesar los alimentos.
Para Christopher Gardner, doctor en
Nutrición e investigador de la Universidad de Stanford, la leche es una buena
fuente de calcio, pero no es necesariamente el mayor determinante de la salud
ósea. “En países como Japón e India, en
donde la población es predominantemente intolerante a la lactosa y la ingesta
de leche es baja, las tasas de fracturas también son mínimas. En estas culturas
predomina el hábito de las actividades físicas para fortalecer los huesos, por encima de beber leche para tal fin".
Adicionalmente, “los estudios han demostrado que beber leche puede mejorar la densidad de
los huesos, pero es debatible que ayude a prevenir las fracturas óseas”
complementó.
La Fundación Universitaria San Martín invita al sector académico y de investigación, a los responsables de la formulación de políticas públicas, al sector privado y al consumidor, a promover y exigir un consumo informado y responsable de los alimentos en aras mejorar la salud y la calidad de vida de todos los colombianos.
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