Existen dos clases de convulsiones, las focales y las generalizadas. Las convulsiones focales afectan solo a un grupo específico de neuronas y puede manifestarse, por ejemplo, en un único movimiento involuntario de los músculos de la cara, mientras que en las convulsiones generalizadas hay un “apagón” y el paciente pierde el conocimiento. Independientemente de cuál sea, es importante conocer los síntomas más comunes y cómo actuar ante una crisis de estas, por esta razón Casasbuenas comparte estas generalidades:
Síntomas:
·
Sudoración excesiva.
·
Movimientos oculares rápidos.
·
Espasmos musculares
generalizados.
·
Pérdida de control de esfínteres.
·
Gruñir y resoplar.
·
Salivación excesiva.
Cuando se trata
de una convulsión focal, los síntomas generalmente son menos alarmantes. Estos
pueden ser desde sacudidas ligeras o espasmos focalizados y aturdimiento o
confusión, hasta cambios de ánimo o percibir olores y sabores que no existen.
Una convulsión focal puede convertirse en una generalizada y sirve de
advertencia a esta.
¿Por qué
suceden las crisis convulsivas?
Según la
doctora Casasbuenas, es muy probable que una persona con buena salud pueda
experimentar una convulsión alguna vez en su vida. “Cuando se trata de
pacientes de entre seis meses y seis años, las convulsiones ocasionadas por
fiebre, llamadas convulsiones febriles, son habituales incluso en niños neurológicamente
sanos debido a su sensibilidad a los cambios de temperatura”, añade la
neuróloga. En el caso de los adultos, las crisis convulsivas tienen un
fuerte componente genético, pero también pueden ser ocasionadas por contusiones
o infecciones cerebrales como la meningitis o la encefalitis.
Por otra parte,
cuando se trata de episodios que se repiten frecuentemente a lo largo del
tiempo, es posible que se diagnostique como epilepsia o trastorno de
convulsiones, enfermedades que se confirman a través de un electroencefalograma.
¿Qué hacer?
1.
Conserve la calma. Actúe de
manera inmediata y eficaz.
2.
Mantenga a las personas a salvo
de objetos peligrosos.
3.
Mire el reloj y cronometre la
convulsión.
4.
En lo posible, mantenga a la
persona en una posición cómoda y ponga su cabeza sobre una superficie plana o
sobre su mismo brazo doblado.
5.
Al terminar la crisis, voltee a
la persona sobre su costado. Esta posición evita que la saliva o la sangre que
podría brotar al morderse la lengua obstruya su vía aérea y se ahogue.
6.
No intente evitar que se muerda
la lengua, es un mito que las personas que sufren una convulsión son capaces de
comerse su propia lengua.
Hay que dejar al paciente convulsionar y transmitirle tranquilidad, además si dura más de cinco minutos consulte con un médico
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