viernes, 27 de junio de 2025

 SORDOCEGUERA: UNA DIVERSIDAD QUE LA EDUCACIÓN AÚN ESTÁ APRENDIENDO A ENTENDER 

         La sordoceguera sigue siendo una de las diversidades humanas menos visibilizadas en Colombia, con barreras no solo físicas, tecnológicas y actitudinales, sino también culturales y simbólicas que limitan el acceso a derechos fundamentales.

         Desde la educación, instituciones como la IBERO están transformando sus modelos para responder a esta diversidad, apostando por rutas de atención integrales y programas académicos que forman profesionales comprometidos con la inclusión real.

Cada 27 de junio se conmemora el Día Internacional de la Sordoceguera, una fecha que busca visibilizar a las personas con esta  diversidad funcional humana,, fomentar su inclusión en todos los ámbitos de la sociedad y sensibilizar sobre los desafíos que enfrentan en el acceso a la educación, la información, el empleo y la participación comunitaria. Esta condición, que implica la pérdida total o parcial de la visión y la audición, demanda ajustes razonables específicos y estrategias personalizadas que garanticen su autonomía, comunicación y plena  participación en condiciones de equidad.

En Colombia, la sordoceguera ha empezado a ganar espacio en la conversación pública, aunque persisten vacíos importantes en su registro estadístico, representación social y atención diferencial. Esta condición afecta a más de 118.000 personas en el país, incluyendo 18.000 niños y adolescentes, según el Censo Nacional del DANE (2018) y la Asociación Colombiana de Sordociegos. A nivel global,  según la Federación Mundial de Personas Sordociegas, se ha evidenciado que las personas con sordoceguera tienen diez veces menos probabilidades de estar empleadas que quienes no tienen discapacidad, y 30 % menos que quienes viven con otro tipo de discapacidad. Estas cifras reflejan las barreras físicas y tecnológicas que enfrentan, sino también obstáculos simbólicos y estructurales, como el desconocimiento de sus formas de comunicación, desplazamiento e interacción con el entorno, que limitan profundamente el derecho a educarse, trabajar y participar activamente en la sociedad. 

Frente a este panorama, una tarea urgente para las instituciones de educación superior es revisar sus prácticas, desde el cumplimiento normativo y una comprensión profunda de lo que implica la sordoceguera como discapacidad única. La inclusión efectiva requiere acciones sostenidas que articulen acompañamiento psicosocial, accesibilidad comunicativa y formación continua del personal. En ese sentido, la Corporación Universitaria Iberoamericana (IBERO) lleva varios años en un proceso de fortalecimiento institucional para responder a estas realidades, mediante una estrategia transversal que integra el currículo, la investigación, la proyección social y el acompañamiento académico. Este trabajo es liderado por la Dirección Institucional de Inclusión, una unidad de orden académico que articula esfuerzos con diversas áreas, garantizando rutas de atención integral para estudiantes con discapacidad, incluidos quienes son sordociegos.

Actualmente, la IBERO acompaña a más de 600 estudiantes con discapacidad, de los cuales aproximadamente el 44% tiene alguna diversidad sensorial visual o auditiva, una cifra clave si se considera que muchas personas con sordoceguera no están registradas formalmente como tal, sino bajo diagnósticos separados. Esta diversidad implica un compromiso institucional constante y plantea el desafío de seguir fortaleciendo las herramientas pedagógicas, los canales de comunicación accesibles y las estrategias de acompañamiento que hagan posible una inclusión real, efectiva y sostenible en el tiempo. Los resultados comienzan a evidenciarse: el 86 % de los egresados "Sordoseñantes" de la universidad se encuentra vinculado laboralmente, lo que demuestra que una educación inclusiva transforma vidas y cerrar brechas estructurales.

Además, desde lo formativo, la universidad cuenta con la Licenciatura en Educación Especial, un programa de alta calidad que forma profesionales capaces de diseñar proyectos educativos inclusivos, con dominio de metodologías innovadoras y sensibilidad frente a la diversidad humana. Esta apuesta permite no solo acompañar a los estudiantes que hoy hacen parte de la comunidad, sino también formar líderes que transformen otros entornos sociales y educativos en el país.

“Generar procesos de inclusión para una persona con sordoceguera en un entorno educativo no se trata solo de adaptar formatos o traducir contenidos: implica repensar la estructura misma de cómo enseñamos, cómo evaluamos y cómo generamos vínculos. Es un reto pedagógico, ético y humano. En IBERO entendemos la inclusión como una transformación profunda de la cultura institucional, no como una estrategia paralela ni transitoria”, mencionó Ricardo Gómez Giraldo, rector de la Corporación Universitaria Iberoamericana.

En este Día Internacional de la Sordoceguera, la invitación es a reconocer que aún hay mucho por construir en términos de accesibilidad, comunicación y participación. La inclusión no puede depender del contexto, debe ser una constante en cualquier espacio donde se enseñe, se dialogue y se conviva desde el respeto por las distintas formas de percibir y habitar el mundo.

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