“La odontología no es solo estética o reparación puntual. La boca es un sistema complejo, y cualquier restauración, por pequeña que parezca, debe respetar principios anatómicos, fisiológicos y funcionales. Una calza mal hecha puede alterar la mordida, generar infecciones, afectar la articulación temporomandibular (ATM), y, en el peor de los casos, impactar la salud general del paciente”, señala Melo.
¿Qué es una
restauración y por qué puede salir mal?
Las calzas o restauraciones dentales son
tratamientos diseñados para reparar dientes afectados por caries u otros daños
estructurales, utilizando materiales como resinas compuestas, ionómeros o cerámicas.
Cuando este procedimiento no se realiza con los estándares clínicos adecuados,
pueden presentarse fallas en la adaptación marginal, contaminación o exceso de
material o por contacto prematuro.
“Un punto de contacto mal logrado puede generar
acumulación de BIOFILM, inflamación gingival y facilitar el desarrollo de
caries recurrente. Si la oclusión no se respeta, el paciente puede empezar a
sufrir desgastes acelerados, dolor mandibular, cefaleas e incluso trastornos
posturales”, advierte la especialista.
La doctora Melo Suescún explica que, en casos
severos, “una restauración contaminada puede convertirse en un foco infeccioso
crónico, con riesgo de bacteriemia, es decir, paso de bacterias al torrente
sanguíneo, algo especialmente grave en pacientes con enfermedades cardíacas o
diabetes”, que pueden desencadenar endocarditis bacteriana, o inclusive llegar
a estancias hospitalarias.
Formación,
diagnóstico y seguimiento: claves para una buena restauración
Una restauración dental debe realizarse bajo
aislamiento absoluto, con materiales biocompatibles y con técnicas clínicas
modernas que respeten la anatomía y oclusión de cada paciente. También debe
estar sustentada en un diagnóstico integral que incluya imágenes diagnósticas,
evaluación funcional y contexto sistémico del paciente.
“En rehabilitación oral no hablamos solo de
dientes, sino de estructuras interdependientes. Un diagnóstico superficial
puede conducir a un tratamiento incompleto, y eso termina en complicaciones
evitables. La odontología moderna debe ser funcional, estética y saludable e
interdisciplinaria”, agrega la odontóloga consultada.
Por eso, la vocera recomienda a la ciudadanía:
·
Verificar que los tratamientos se realicen por profesionales
titulados y registrados ante el ente regulador nacional.
·
Asistir a controles periódicos para revisar el
estado de restauraciones
·
No subestimar molestias como sensibilidad, dolor al
masticar o cambios en la mordida.
·
Tener presente que una cefalea puede ser signo de
alarma y por ello se debe consultar.
·
Evitar
procedimientos estéticos o funcionales en establecimientos que no cuenten con
certificación, profesionales calificados y experiencia comprobada.
·
No
acudir a lugares que carezcan de respaldo legal, personal profesionalmente
habilitado y trayectoria clínica verificada para realizar tratamientos
odontológicos.
·
Asegurarse
de que cualquier tratamiento odontológico se realice en centros certificados,
con profesionales titulados y experiencia demostrable.
·
Abstenerse
de recibir tratamientos en espacios que no garanticen condiciones clínicas
seguras, personal capacitado y evidencia de formación profesional.
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