CÁNCER DE CABEZA Y
CUELLO: UNA AMENAZA SILENCIOSA QUE DEBEMOS CONOCER
A
nivel mundial, el cáncer de cabeza y cuello representa el 25 % de los
diagnósticos oncológicos y es responsable de aproximadamente 630.000 nuevos
casos cada año. Entre los principales factores de riesgo se encuentran el
consumo de tabaco y alcohol, la infección por el Virus del Papiloma Humano (VPH),
la exposición a sustancias químicas peligrosas y la radiación solar sin
protección.
“Según
la Liga Colombiana Contra el Cáncer, alrededor del 70 % de los pacientes son
diagnosticados cuando la enfermedad ya está localmente avanzada, lo que
disminuye significativamente las probabilidades de una recuperación efectiva.
Por ello, es fundamental fomentar la concienciación sobre los síntomas y la
importancia de la detección temprana”, afirma el doctor Andrés Alberto Álvarez,
cirujano de cabeza y cuello adscrito a Colsanitas.
Los
primeros signos de esta enfermedad pueden ser sutiles y fácilmente confundidos
con otras afecciones. Entre los principales síntomas se encuentran dolor de
garganta persistente, ronquera, dificultad para tragar, bultos en el cuello,
entumecimiento en la cara, pérdida de peso inexplicable, sangrados bucales o
nasales y la aparición de llagas en la boca que no cicatrizan en un plazo de 15
días.
El
diagnóstico se lleva a cabo a través de exámenes físicos, endoscopias, biopsias
y pruebas de imagen para evaluar la extensión del tumor. Aunque
tradicionalmente esta enfermedad ha afectado en mayor medida a personas mayores
de 50 años, en los últimos tiempos se ha registrado un incremento en pacientes
jóvenes debido a la infección por VPH.
Para
reducir el riesgo de desarrollar cáncer de cabeza y cuello, los especialistas
recomiendan evitar el consumo de tabaco y alcohol, utilizar protección solar,
mantener una alimentación saludable y acudir regularmente al odontólogo para
identificar cualquier señal de alerta. Además, la vacunación contra el VPH en
edades tempranas puede ser clave para prevenir ciertos tipos de esta
enfermedad.
La
detección temprana puede marcar la diferencia en el pronóstico de los
pacientes. Informarse sobre los factores de riesgo y prestar atención a los
síntomas iniciales es el primer paso para enfrentar esta amenaza silenciosa.
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