viernes, 12 de septiembre de 2025

 SEÑALES QUE PERMITEN DETECTAR LA MIOPÍA Y OTROS PROBLEMAS VISUALES EN NIÑOS

      Los trastornos de refracción como la miopía, hipermetropía y astigmatismo son los problemas visuales más comunes en la infancia y su detección a partir de los tres años es clave.

      Frotarse los ojos, acercarse demasiado a los objetos o evitar ciertas actividades pueden ser señales tempranas de un problema de refracción en los niños.

La visión es uno de los sentidos más importantes para el aprendizaje y el desarrollo integral de los niños y jóvenes. Sin embargo, en Colombia persiste un reto significativo: miles de menores conviven con errores refractivos como miopía, hipermetropía y astigmatismo, sin saberlo. Estas condiciones, que pueden detectarse y corregirse fácilmente, si no son tratadas a tiempo, pueden convertirse en un obstáculo para su desempeño escolar, deportivo y en algunos casos, social.

En nuestro país, especialistas han identificado que la falta de revisiones periódicas y el bajo nivel de conciencia sobre la salud visual agravan esta situación. El resultado: menores que no rinden en clase, que son etiquetados como distraídos o con dificultades de aprendizaje, cuando en realidad lo que necesitan es un examen de la vista y un tratamiento oportuno. “Cuando los errores refractivos no se diagnostican a tiempo, los niños pueden presentar dolor de cabeza, cansancio ocular, bajo rendimiento escolar e incluso problemas emocionales derivados de la frustración. Una consulta a tiempo puede cambiarles la vida”, afirma Johanna Rozo, optómetra especialista del Centro de Rehabilitación para Adultos Ciegos, CRAC.

La detección temprana es clave porque la visión en la infancia es un proceso en desarrollo. Cuanto más pronto se identifiquen las alteraciones, más efectivo será el tratamiento. “En niños pequeños, los padres deben estar atentos a señales como frotarse los ojos con frecuencia, acercarse demasiado a los objetos, inclinar la cabeza al leer o evitar actividades que requieran agudeza visual. Estos comportamientos pueden ser indicios de un problema de refracción”, agrega Rozo.

Un error refractivo sin corregir afecta directamente la capacidad de aprender, leer, escribir y relacionarse. Se sabe que los niños con visión borrosa tienden a presentar bajo rendimiento académico y mayores dificultades de concentración. Los trastornos de refracción miopía, hipermetropía y astigmatismo son los problemas visuales más comunes en la infancia y su detección a partir de los tres años es clave. Rozo afirma que cuando se diagnostican a tiempo y se tratan con la corrección adecuada, los niños pueden desarrollar su potencial académico y social sin barreras.

El CRAC, ofrece consultas en optometría y oftalmología general y especializada, así como exámenes ópticos especializados, ortóptica y programas de estimulación visual. Estos servicios están diseñados para apoyar a las familias en la detección temprana y tratamiento de alteraciones visuales. Sumado a esto, también entrega algunas recomendaciones básicas para el cuidado de la salud visual en los más pequeños:

        Realizar controles visuales desde el primer año de vida y repetirlos cada año en la edad escolar.

        Observar señales de alerta como inclinación de la cabeza para ver, acercarse demasiado a los objetos, fatiga al leer o bajo rendimiento escolar.

        Promover hábitos saludables: pausas activas frente a pantallas y juegos que estimulen la coordinación ojo-mano.

        Higiene visual en la era digital: limitar el tiempo de exposición a pantallas, promover descansos visuales y fomentar actividades al aire libre.

        Ambientes adecuados de lectura y estudio: garantizar una iluminación óptima y posturas correctas al leer o escribir.

“Estamos convencidos de que una revisión a tiempo puede marcar la diferencia en la vida de un niño. La salud visual es un derecho y una responsabilidad compartida entre familias, instituciones educativas y profesionales de la salud”, concluye la especialista. Con este llamado, el CRAC invita a padres, cuidadores y educadores a priorizar la salud visual como parte del bienestar integral de los niños y jóvenes, recordando que la visión también se educa, se cuida y se fortalece.

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