Los tics, por su parte, son afecciones neurológicas y neuropsiquiátricas que pueden manifestarse con movimientos mayores involuntarios o, incluso, ruidos sin que haya una causa clara. Y a pesar de que podría tratarse de una molestia menor que no influye en el desarrollo de las actividades diarias, puede haber casos con niveles altos de intensidad que se convierten en incapacitantes. Un ejemplo de estos es el síndrome de Gilles de la Tourette o síndrome de Tourette.
Los casos menos severos de estos movimientos
involuntarios se catalogan como síndrome de tic transitorio, y aunque suelen
ser muy molestos, también se caracterizan por ser breves y tener una corta
duración. Sin embargo, es necesario entender las señales de alerta que podrían
indicar que sucede algo más que un simple tic.
El doctor Christian Muñoz Farías, médico psiquiatra
infantil y de adolescentes adscrito a Colsanitas, afirma que “Lo más importante
es que las personas sepan qué son los tics y que estos desórdenes existen,
porque hay muchos adultos, pero sobre todo jóvenes y niños, que por ese
desconocimiento cargan con estigmas que lastiman mucho su autoestima. Y para
actuar a tiempo y poder ayudar (o buscar ayuda cuando se necesita), lo primero
es no juzgar, sino comprender”. Al respecto, el especialista explica:
1.
Los tics no son cualquier movimiento involuntario. Al sentir que un músculo salta de repente, en
realidad se trata de espasmos que, en la mayoría de los casos, suele ser por
cansancio. Con reposo y descanso este desaparecerá.
2.
Los tics pueden ser motores o vocales. Si bien es normal asociar los tics con
movimientos involuntarios, es necesario tener en cuenta que estos también
pueden manifestarse con sonidos. Aunque podría presentarse uno u otro, también
hay casos en que se combinan. Dentro de los tics más frecuentes se pueden
encontrar contracciones de los hombros, cierre fuerte y repentino de los ojos y
movimientos en la cara, manos y brazos. Entre los menos habituales, están los
movimientos bruscos del cuello o los brazos, contracciones del rostro como
muecas, sonidos repentinos como chillidos, repetición involuntaria de las
palabras de otro (ecolalia), pronunciación de obscenidades repetitivamente
(coprolalia) o comportamientos obscenos o groseros (copropraxia).
3.
En muchos casos los tics se pueden controlar. Aunque se trata de movimientos o acciones
involuntarias, algunas personas logran moderarlos y pueden desaparecer con el
tiempo sin deteriorar la calidad de vida y sus actividades cotidianas. Sin
embargo, en otros casos, sí pueden convertirse en un verdadero problema para quien
los padece.
4.
Actualmente se conoce el funcionamiento de los tics, pero no su causa. “El cerebro es quien controla la parte
motora y vocal del cuerpo, de modo que este tipo de síntomas pueden sugerir que
hay circuitos cerebrales que no están funcionando adecuadamente”, señala el
doctor Muñoz. El especialista además menciona que hay factores genéticos que
aumentan la posibilidad de que una persona desarrolle un trastorno de tic o
síndrome de Tourette y, asimismo, algunos medicamentos detonan estas acciones
involuntarias. Por esta razón, es fundamental entender qué sucede, debido a que
podría ser algo asociado a los circuitos cerebrales, ansiedad, cambios de
ánimo, entre otros.
5.
No todos los tics son síndrome de Tourette. Ante un tic persistente se debe acudir a
un especialista, pues es necesario descartar que este sea un síntoma de algo
mayor. El profesional de la salud estudiará antecedentes familiares y genéticos
y otros elementos para emitir un diagnóstico. Es necesario enfatizar que, en
caso de un síndrome de Tourette, es posible que este pueda tanto desaparecer,
como persistir con el paso del tiempo.
6.
Los tics o el síndrome de Tourette no tienen relación la locura o
enfermedades degenerativas. Estos trastornos pueden afectar la autoestima, salud mental e, incluso, la
calidad de vida de las personas. Sin embargo, no tienen nada que ver con locura
o con enfermedades degenerativas.
7.
Es necesario prestar atención a los síndromes de tics en la infancia. Ante la aparición de estas acciones
involuntarias se debe acudir al pediatra quien, de acuerdo con su examen y
revisión de historial familiar, puede remitir al menor a un psiquiatra, un
psicólogo o un neuropediatra para revisar de forma especializada si esta
condición está asociada con alguna patología mayor.
8.
El síndrome de Tourette frecuentemente se asocia con otros síntomas. Esta condición, en muchas ocasiones,
aparece con otros desórdenes como trastorno de déficit de atención (TDA),
dificultades de aprendizaje, trastorno obsesivo compulsivo (TOC), trastornos
del sueño y ansiedad, entre otros. Por esta razón es importante buscar ayuda
temprana, dado que los tratamientos brindan excelentes pronósticos para los
pacientes.
9. El tratamiento debe ser determinado por el especialista. Hay varias opciones que funcionan muy bien. Sin embargo, solo un profesional de la salud podrá determinar cuál es la mejor forma de afrontar estos síndromes. Entre las opciones se pueden encontrar la terapia cognitivo-conductual, la reversión de hábitos y el uso de fármacos, sin embargo, a esta última alternativa solo se acude en casos muy graves y persistentes frente al tratamiento conductual.
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