* Se estima que aproximadamente 1 de cada 8
colombianos sufre asma, convirtiéndose así en la segunda enfermedad
respiratoria crónica más relevante
*La prevalencia de la enfermedad en el país es del
12%. Entre 2020 y 2021. Se reportan más de 416.000 atenciones, principalmente
en Bogotá, Antioquia y Valle del Cauca, con mayor frecuencia entre la población
femenina.
El asma es una enfermedad crónica frecuente y potencialmente grave que provoca síntomas respiratorios tales como respiración sibilante, disnea o presión en el pecho y tos. Estos síntomas varían con el tiempo en su aparición, frecuencia e intensidad.
Así mismo, algunas personas son más sensibles a algunas sustancias que inhalan, estos se llaman alergias o desencadenantes, es así porque a concentraciones muy bajas provocan una gran respuesta en los bronquios, cerrándolos y produciendo lo que se llama hiperreactividad bronquial.
Los desencadenantes pueden ser diversos, entre los que más se destacan
son los ácaros del polvo, polen, pelos de animales, componentes del aire común,
el humo del tabaco y el ambiente. Las infecciones respiratorias también se han
relacionado a la exposición al frío y las emociones fuertes.
Las personas parecen ser más propensas a desarrollar la enfermedad si
tienen historia familiar de asma, esto significa que puede ser genético,
algunos investigadores la describen como una enfermedad altamente heredable.
Sin embargo, la genética no es la única causa del asma, algunas personas la
desarrollan, aunque no tengan antecedentes familiares conocidos de la afección.
Una persona pude tener una tendencia genética hacia el asma, pero nunca
desarrollarla realmente, la genética juega un papel aún menor en el desarrollo
del asma más adelante de la vida, así que el asma de inicio en adulto y el asma
ocupacional depende menos de los genes.
Se estima que aproximadamente 1 de cada 8 colombianos sufre asma,
convirtiéndose así en la segunda enfermedad respiratoria crónica más relevante
después de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC).
De acuerdo con cifras de la Asociación Colombiana de Alergia, Asma e Inmunología, la prevalencia de la enfermedad
en el país es del 12%. Entre 2020 y 2021, el sistema SISPRO reporta más de 416.000
atenciones en las distintas EPS que operan en el territorio nacional,
principalmente en Bogotá, Antioquia y Valle del Cauca, con mayor frecuencia
entre la población femenina.
Las enfermedades crónicas de las
vías respiratorias inferiores, incluida el asma, son la tercera causa de muerte
en el país, solo en 2019 murieron 29,7 personas por cada 100.000 habitantes por
esta causa.
Una persona puede desarrollar asma sin ninguna predisposición genética
para esta afección, muchos factores ambientales pueden hacer que una persona lo
desarrolle. Otros factores de riesgo para el asma incluyen el sobrepeso o la
obesidad, fumar o la exposición a otras sustancias, tener alergias u otras
alteraciones relacionadas con atopia, exposición frecuente a humo de segunda
mano, exposición a otras formas de contaminación como gases de escape,
exposición a irritantes ocupacionales, incluyendo sustancias químicas y polvo.
En cuanto a la prevalencia en Colombia se han realizado tres estudios
donde se determina la prevalencia de asma, el primero fue realizado por Denis y
colaboradores en las seis principales ciudades del país mostró una prevalencia
del 10.4%; un segundo estudio realizado entre el 2009 y el 2010 por el mismo
grupo, encontró una prevalencia del 12%; un tercer estudio realizado en
Bucaramanga en el que se encontró una prevalencia del 9%. Los últimos datos del
Ministerio de Salud estiman que aproximadamente uno de cada ocho colombianos
sufre de asma, convirtiéndose así en la segunda enfermedad respiratoria crónica
más relevante después de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
El objetivo del tratamiento a largo plazo son la reducción de riesgos y
el control de los síntomas, el objetivo de reducir la carga para el paciente y
reducir su riesgo de presentar muerte relacionada con esta enfermedad,
exacerbaciones a nivel de las vías respiratorias y efectos secundarios de los
medicamentos.
El tratamiento también debe identificar los adjetivos propios del
paciente con respecto a su asma y tratamiento, es importante que haya una
colaboración entre el paciente y los profesionales de la salud para que el
manejo de la enfermedad sea efectivo.
Así mismo, el tratamiento se debe ajustar de forma continua con el fin
de que el paciente esté siempre controlado, esta forma cíclica de ajuste del
tratamiento implica que el control del asma debe evaluarse de forma objetiva
para organizar el control y que se revise periódicamente para mantenerlo, es
decir, si el paciente no se encuentra bien controlado, el tratamiento debe
aumentarse en los escalones terapéuticos necesarios para lograr un control
teniendo siempre en cuenta las medidas no farmacológicas, la adhesión al
tratamiento y los factores riesgos susceptibles a ser modificados.
Los fármacos para tratar el asma se clasifican como de control o de
mantenimiento y de alivio también llamado de rescate, los medicamentos de
control o de mantenimiento deben administrarse de forma continua durante
periodos prolongados, ejemplo de esto son los esteroides inhalados; los medicamentos
de alivio se utilizan a demanda, es decir, para tratar de forma rápida los
síntomas que presenten los pacientes, ejemplo de esto son el salbutamol y el
bromuro ipratropio.
El asma como enfermedad no se puede prevenir, lo que si se puede es
controlar en mayor medida las crisis asmáticas. El pilar de la prevención
consiste en evitar sustancias irritantes o alergenos, pero principalmente es
dejar de fumar y controlar la exposición a sustancias ocupacionales.
Otra recomendación es evitar la exposición a ácaros de polvo, la mayoría
de estos no se pueden eliminar, sin embargo, se puede disminuir su exposición
siguiendo algunas recomendaciones, por ejemplo: quitar las alfombras de los
dormitorios; retirar los muebles tapizados; reemplazar las cortinas por persianas;
recubrir las almohadas y los colchones con fundas impermeables; utilizar trapos
húmedos para limpiar el polvo; evitar ambientes húmedos; conservar los
alimentos en recipientes cerrados, evitar el humo del tabaco y en lo posible
ambientes contaminados; evitar contaminación urbana, es decir, estar en
proximidad a fábricas o lugares que vaporicen sustancias irritantes; medicamentos que puedan ocasionar una crisis
asmática como es el caso de la aspirina y otros antiinflamatorios.
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