miércoles, 13 de noviembre de 2024

LA LUCHA ENTRE EL ESTRÉS Y LA ALIMENTACIÓN: CINCO CONSEJOS PARA LOGRAR EL EQUILIBRIO

Muchas personas han pasado en algún momento por una situación estresante, este es un sentimiento normal que puede llegar a desencadenar complicaciones en la salud. Según la Organización Mundial de la Salud, el estrés es un estado de preocupación o tensión mental generado por una situación difícil. De acuerdo con un análisis publicado por Ipsos el Día Mundial de la Salud Mental 2023, más del 60% de los adultos del mundo han reportado que el estrés ha afectado sus vidas.

El estrés viene como una respuesta natural ante una variedad de situaciones como: exámenes finales, problemas matrimoniales, jefes tóxicos, inconvenientes económicos, enfermedades, duelos, mudanzas, y más. En ciertas circunstancias, el estrés puede llegar a ser beneficioso cuando motiva a realizar proyectos, pero cuando se convierte en algo recurrente y prolongado, se manifiestan consecuencias tanto físicas como psicológicas.

El cuerpo reacciona de distintas maneras cuando está expuesto al estrés de manera crónica, una de estas es el aumento de peso, especialmente por el rol que juegan hormonas como el cortisol.

La relación entre el estrés y el aumento de peso no es tan sencilla, pues no puede reducirse a un impulso de buscar alimentos poco saludables para satisfacer un antojo momentáneo. “El estrés crónico incrementa la producción de la hormona cortisol, que se produce en las glándulas suprarrenales y que, en condiciones normales, participa en el control de los niveles de azúcar en la sangre, el control de la presión arterial, los niveles de inflamación y el metabolismo de los nutrientes”, explica la doctora Luisa Fernanda Becerra, nutricionista y dietista adscrita a Colsanitas.

El estrés y el cortisol no se limitan afectando la presión y el metabolismo, la producción crónica de cortisol puede generar aumento del apetito y ansiedad por consumir alimentos dulces, además de causar afectaciones en la digestión. La doctora Mariana Duque, psicóloga, Magíster en Administración de Riesgos y especialista del Programa de Obesidad de Colsanitas, explica que “en tiempos de crisis, la producción prolongada de cortisol termina generando un desbalance químico que afecta el bienestar y el equilibrio metabólico de las personas. Además, causa problemas en el manejo adecuado del peso corporal debido a la inhibición del funcionamiento saludable del sistema digestivo y endocrino en el cuerpo”.

Por lo tanto, las expertas comparten cinco recomendaciones para romper la rutina del piloto automático y tomar un estilo de vida más saludable y consciente por medio de los hábitos alimenticios.

·         Diga ‘no’ a las dietas restrictivas:  Este tipo de dietas pueden generar un efecto contrario desencadenando en ‘atracones’ de comida.

·         Coma más alimentos naturales: Algunos hábitos alimenticios son poco saludable, por ello es recomendable que incluya en sus comidas todos los grupos de alimentos por su sabor agradable y variedad.

·         No prohibir alimentos: No hay alimentos o ingredientes que deben ser eliminados completamente, 'satanizar' comidas no es una buena práctica. Lo mejor que se puede hacer es comer de manera intuitiva, consciente, suficiente y variada.

·         Diferenciar lo que el cuerpo necesita: Hay momentos en que es difícil separar el hambre y la ansiedad, por lo que es necesario detenerse y preguntarse si el deseo de comer es físico o es por alguna emoción.

·         La atención de expertos: La ayuda de profesionales de la salud es clave en tratar la ansiedad, incluso cuando esta se relaciona con la comida.

Las dos expertas reconocen que, para superar un periodo de tiempo con alto estrés, la clave está en el autocuidado. Para ello hay que entender las distintas necesidades físicas, emocionales, mentales, financieras y espirituales que se tienen. Algunos métodos que se pueden aplicar son: técnicas de relajación como la meditación, hacer ejercicio físico de forma regular, practicar yoga, buscar acompañamiento terapéutico que permita identificar los desencadenantes del estrés y aplicar estrategias de control efectivas para cada persona en forma individualizada.

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