HEPATITIS: LA CARA MENOS VISTA DEL EXCESO DE ALCOHOL
En el Día Mundial de la lucha contra esta enfermedad, Mayo Clinic advierte sobre el aumento del tipo de hepatitis alcohólica, especialmente en jóvenes, por consumo excesivo de bebida en cortos periodos de tiempo, conocido como “atracones de alcohol”.
Si hablamos de excesos, 1.461.000 colombianos presentan un consumo riesgoso de alcohol y 995.000 personas ya tienen patrones de dependencia. Este consumo excesivo puede dañar el cuerpo de muchas maneras; una de ellas es generando una hepatitis alcohólica.
"El alcohol puede causar daño hepático, produciendo una hinchazón o inflamación del hígado que destruye sus células. Y en algunas personas que beben en exceso, puede provocar complicaciones importantes.", dice el Dr. Andrew Keaveny, hepatólogo especializado en trasplantes en Mayo Clinic.
El signo más común de hepatitis alcohólica es la coloración amarillenta de la piel y la parte blanca de los ojos, llamada ictericia. Otros síntomas pueden ser: Pérdida del apetito; Náuseas y vómitos; Sensibilidad en el vientre; Fiebre, a menudo baja; Cansancio y debilidad; Acumulación de líquido en el abdomen, llamada ascitis; Sentir confusión y actuar de manera extraña debido a una acumulación de toxinas (un hígado sano descompone estas toxinas y las elimina).
Factores de riesgo
La hepatitis alcohólica suele ocurrir en personas que beben en abundancia durante muchos años. Sin embargo, el vínculo entre el consumo de alcohol y la hepatitis alcohólica no es simple. No todas las personas que beben en exceso desarrollan hepatitis alcohólica. Y algunas personas que beben mucho menos, sí se ven afectadas por la enfermedad.
No se sabe exactamente cuánto alcohol se necesita para que se produzca la hepatitis alcohólica. La mayoría de las personas con esta afección han consumido al menos siete tragos al día durante 20 años o más. Esto puede significar siete copas de vino, siete cervezas o siete tragos de licores. Sin embargo, la hepatitis alcohólica puede afectar a personas que beben menos y presentan otros factores de riesgo, como:
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Género. Las mujeres parecen tener un mayor riesgo de contraer
hepatitis alcohólica. Esto podría deberse a la forma en que el alcohol se
procesa en el cuerpo de las mujeres.
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Obesidad. Las personas que beben en exceso y que
tienen sobrepeso podrían tener más probabilidades de contraer hepatitis alcohólica.
Además, es más probable que desarrollen cicatrices en el hígado.
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Genes. Algunos estudios sugieren que los genes podrían estar
implicados en la enfermedad hepática inducida por el alcohol.
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Raza y origen étnico. Las personas de piel negra e hispanas podrían
tener un mayor riesgo de contraer hepatitis alcohólica.
● Consumo compulsivo de alcohol. Tomar cinco o más tragos en aproximadamente dos horas para los hombres y cuatro o más para las mujeres podría aumentar el riesgo de hepatitis alcohólica
Cada vez más frecuente en jóvenes, y más rápido
“Existe una afección llamada hepatitis alcohólica aguda, donde el alcohol desencadena un proceso inflamatorio casi inmediato en el hígado, y los pacientes pueden enfermarse seriamente, muy rápidamente, con síntomas repentinos que pueden incluir ictericia, confusión, náuseas y vómitos.”, dice el Dr. Andrew Keaveny, de Mayo Clinic.
“Algunos de los casos más trágicos de enfermedad hepática relacionada con el alcohol que recibimos ahora son de personas jóvenes que consumen en exceso o que hacen ‘atracones’ de alcohol.”, señala el especialista.
¿Cómo se trata?
Debe dejarse de beber alcohol para siempre. Es la única manera en la que puede llegar a revertirse el daño al hígado o evitar que la enfermedad empeore. Las personas que no dejan de beber alcohol probablemente sufran problemas de salud mortales.
Pueden utilizarse ciertos medicamentos, pero que tienen eficacia limitada y algunos riesgos. El siguiente paso podría ser un trasplante. “Consideramos a los pacientes para trasplante de hígado en casos de hepatitis alcohólica. Esto requiere una evaluación muy cuidadosa de múltiples factores: médicos, sociales y psicológicos, para determinar si son elegibles para un trasplante hepático.”, concluye el Dr. Keaveny.
Si no hay un tratamiento y/o no se detiene la ingesta de alcohol, la acumulación de toxinas (que no pudieron ser procesadas por el hígado) puede dañar el cerebro, lo que se conoce como encefalopatía hepática. Esto puede provocar estado de coma y finalmente la muerte.
También se puede generar una formación de
cicatrices irreversibles en el hígado, conocido como cirrosis, y generar daño
irreversible también en los riñones, con una insuficiencia renal que puede
desembocar en la necesidad de diálisis o de otro trasplante adicional.
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