RASGOS DE PERSONALIDAD: CUÁNDO SE CONVIERTEN EN TRASTORNO
De acuerdo con el Doctor Daniel Solarte, psiquiatra de la Clínica Campo Abierto, la personalidad puede entenderse como un patrón estable de relacionamiento con el entorno y con uno mismo. “La presencia de inflexibilidad ante el entorno y que esto lleve a problemas en la adaptación a las situaciones de la vida, es lo que se define como tal como un trastorno de personalidad”, explica el especialista.
Entre
los trastornos más conocidos se encuentran los definidos como el grupo B que
son el histriónico, narcisista, límite y antisocial, aunque existen otros menos
visibles pero igualmente relevantes.
El
origen de estos trastornos es multifactorial. Según Solarte, influyen factores
biológicos como lo sería el temperamento y psicosociales que son los de
carácter, siendo ambos fundamentales en el desarrollo de la personalidad.
Aunque ciertos comportamientos pueden
observarse desde la infancia, el diagnóstico formal suele realizarse después de
los 18 años, cuando se considera que la personalidad ha alcanzado su madurez.
Algunas
señales tempranas pueden incluir comportamientos desafiantes como la ruptura de
normas, destrucción de objetos, escapismo o consumo de sustancias. “Estos
elementos ayudan a identificar a niños y adolescentes en riesgo y las
intervenciones tempranas pueden ayudar, sin embargo, no hay una manera clara de
prevenir como tal la aparición de un trastorno de personalidad”, advierte el
experto.
Frente
a la sospecha de que una persona cercana presente síntomas de un trastorno de
personalidad, el llamado es a la empatía. “Es importante poder validar a la
otra persona en sus emociones. Además será importante determinar los límites
sanos en las relaciones que uno tiene con esta persona y que esta persona tiene
con uno”, señala Solarte.
A
diferencia de trastornos como la ansiedad o la depresión, que suelen ser
episodios transitorios, los trastornos de personalidad hacen parte del núcleo
mismo del individuo y persisten en el tiempo. Sin embargo, esto no significa
que no puedan ser tratados.
Aunque
no existe una “cura” definitiva, la psicoterapia ha demostrado ser efectiva
para mejorar la calidad de vida de quienes viven con estos trastornos. “El
tratamiento permite reducir conductas maladaptativas, mejorar las relaciones
interpersonales y alcanzar una mayor funcionalidad laboral y social”, concluye
el psiquiatra.
Finalmente,
aunque no se puede prevenir ni disminuir por completo su aparición, el
acompañamiento emocional, la detección temprana y el acceso a servicios de
salud mental son herramientas fundamentales para mitigar el impacto de estos
trastornos y promover una vida plena.
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