martes, 8 de julio de 2025

 LO QUE DEBES COMER PARA SANAR MEJOR DESPUÉS DE UNA CIRUGÍA

Una alimentación adecuada en el periodo postoperatorio es clave para acelerar la recuperación, favorecer la cicatrización y prevenir complicaciones como infecciones, estreñimiento o diarrea. Por ello, es fundamental que la dieta se adapte al tipo de cirugía realizada y esté guiada por un profesional de la salud.

En este sentido, Andrea Mosquera Piñeros, nutricionista y dietista de Centros Médicos Colsanitas, señala que en las primeras 24 a 48 horas es ideal optar por comidas de textura suave, bajas en grasa, no procesadas y con buen contenido proteico. “Cada intervención requiere consideraciones específicas. Por ejemplo, tras una cirugía gástrica se deben evitar alimentos grasos, leguminosas, lácteos enteros o productos industrializados. En procedimientos maxilofaciales se recomiendan preparaciones líquidas o semiblandas, mientras que en cirugías ortopédicas no suelen requerirse restricciones nutricionales”, explica Mosquera.

Además de adaptar la consistencia y composición de los alimentos, es importante considerar el valor nutricional de la dieta. Vitaminas como la A, C, B y E, junto con minerales como zinc, calcio y magnesio, cumplen un papel esencial en la regeneración de tejidos, la síntesis de colágeno y el control de la inflamación. Asimismo, el consumo de omega 3 puede contribuir a reducir procesos inflamatorios. Estos nutrientes ayudan a cumplir uno de los principales objetivos de la alimentación posquirúrgica: optimizar la cicatrización, mantener un buen estado nutricional y minimizar el riesgo de complicaciones. No obstante, si la alimentación es balanceada, no siempre es necesario recurrir a suplementos vitamínicos o minerales.

Ahora bien, más allá de la composición nutricional, la alimentación también puede ayudar a manejar algunos efectos secundarios frecuentes durante el proceso de recuperación. Para prevenir el estreñimiento, que suele presentarse durante el reposo, Mosquera recomienda aumentar la ingesta de líquidos, evitando bebidas azucaradas o industrializadas, consumir alimentos ricos en fibra como frutas y vegetales, y retomar la actividad física tan pronto como sea posible. En algunas intervenciones, como las colorrectales, puede ser necesario limitar temporalmente este tipo de alimentos.

Otras molestias comunes en el postoperatorio, como las náuseas o los vómitos, también requieren ajustes específicos. En estos casos, Mosquera sugiere fraccionar las comidas en pequeñas porciones, evitar mezclar sólidos con líquidos y preferir preparaciones frías o a temperatura ambiente, de olores suaves.

Finalmente, Mosquera resalta que “contar con la orientación de un nutricionista permite adecuar la dieta a cada caso y evitar restricciones innecesarias”. Una recuperación exitosa no depende solo del acto quirúrgico, sino también de los cuidados posteriores, entre los cuales la alimentación juega un rol silencioso pero decisivo. Por eso, asumir este proceso con responsabilidad y acompañamiento profesional marca una diferencia significativa en la calidad de vida tras una intervención.

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