LO QUE DEBES COMER PARA SANAR MEJOR DESPUÉS DE UNA CIRUGÍA
En
este sentido, Andrea Mosquera Piñeros, nutricionista y dietista de Centros
Médicos Colsanitas, señala que en las primeras 24 a 48 horas es ideal optar por
comidas de textura suave, bajas en grasa, no procesadas y con buen contenido
proteico. “Cada intervención requiere consideraciones específicas. Por ejemplo,
tras una cirugía gástrica se deben evitar alimentos grasos, leguminosas,
lácteos enteros o productos industrializados. En procedimientos maxilofaciales
se recomiendan preparaciones líquidas o semiblandas, mientras que en cirugías
ortopédicas no suelen requerirse restricciones nutricionales”, explica
Mosquera.
Además
de adaptar la consistencia y composición de los alimentos, es importante considerar
el valor nutricional de la dieta. Vitaminas como la A, C, B y E, junto con
minerales como zinc, calcio y magnesio, cumplen un papel esencial en la
regeneración de tejidos, la síntesis de colágeno y el control de la
inflamación. Asimismo, el consumo de omega 3 puede contribuir a reducir
procesos inflamatorios. Estos nutrientes ayudan a cumplir uno de los
principales objetivos de la alimentación posquirúrgica: optimizar la
cicatrización, mantener un buen estado nutricional y minimizar el riesgo de complicaciones.
No obstante, si la alimentación es balanceada, no siempre es necesario recurrir
a suplementos vitamínicos o minerales.
Ahora
bien, más allá de la composición nutricional, la alimentación también puede
ayudar a manejar algunos efectos secundarios frecuentes durante el proceso de
recuperación. Para prevenir el estreñimiento, que suele presentarse durante el
reposo, Mosquera recomienda aumentar la ingesta de líquidos, evitando bebidas
azucaradas o industrializadas, consumir alimentos ricos en fibra como frutas y
vegetales, y retomar la actividad física tan pronto como sea posible. En
algunas intervenciones, como las colorrectales, puede ser necesario limitar
temporalmente este tipo de alimentos.
Otras
molestias comunes en el postoperatorio, como las náuseas o los vómitos, también
requieren ajustes específicos. En estos casos, Mosquera sugiere fraccionar las
comidas en pequeñas porciones, evitar mezclar sólidos con líquidos y preferir
preparaciones frías o a temperatura ambiente, de olores suaves.
Finalmente,
Mosquera resalta que “contar con la orientación de un nutricionista permite
adecuar la dieta a cada caso y evitar restricciones innecesarias”. Una
recuperación exitosa no depende solo del acto quirúrgico, sino también de los
cuidados posteriores, entre los cuales la alimentación juega un rol silencioso
pero decisivo. Por eso, asumir este proceso con responsabilidad y
acompañamiento profesional marca una diferencia significativa en la calidad de
vida tras una intervención.
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